Cuando todavía faltan algunos metros para llegar a la galería Libertador, ubicada en una de las zonas más transitadas de la Alameda, el olor entre ácido y dulzón de la cera depilatoria se comienza a sentir, delatando que se llegó al lugar donde las mujeres santiaguinas se desprenden del vello que cubre sus cuerpos.
Primero fueron las piernas, el bigote, las axilas. Después el llamado “rebaje”, para evitar que los pelitos se salieran del traje de baño o del calzón. Puro pretérito imperfecto, ya que por estos días esa sustancia caliente que de un tirón saca pelos y deja muecas de dolor, se ha ido introduciendo hasta zonas del cuerpo donde la luz del sol no se asoma ni por si acaso.
Maricel, Valeria, Catherine y Stefani trabajan en “Lucía Ester”, uno de las decenas de locales distribuidos a lo largo de esta galería. Son jóvenes, pero suman varios años de experiencia durante los cuales han visto a centenares de mujeres entrar pidiendo disculpas por lo “peludo” de su situación y salir con una sonrisa en la cara, listas para probar su nuevo estilo en casa.
“Hay una confusión”, dice de entradita Maricel cuando se le pregunta cuáles son los estilos que la rompieron este verano 2011. “Se tiende a pensar que la depilación brasileña es la depilación completa, pero no. Esa es la que llamamos Barbie”, explica, antes de ponerse de acuerdo con sus colegas en la elaboración de un catálogo de los “modelitos” que se ofrecen en este lugar para darle algo de onda a la anatomía más íntima de la mujer.
“Hace un par de años entró muy fuerte la depilación tipo Barbie. Es típico que las mujeres llegan tímidas preguntando ¿has depilado todo?¿se hacen harto eso?”, dice Maricel. De hecho, las aprehensiones son grandes, ya que es frecuente que las chicas pregunten si este estilo no es demasiado propio de aquellas osadas mujeres bautizadas con el nombre de un instrumento de percusión hecho de una calabaza rellena con semillas. “Al final se lo hacen y vuelven, diciendo que sus pololos me adoran”.
Para hablar claro, vamos con el “menú” de alternativas en depilación íntima que se puede encontrar en esta galería. Así se puede entrar al lugar sin rodeos, preguntando por el nombre del estilo que más le acomode:
-Barbie: en homenaje a la muñeca más famosa del mundo, se trata de la depilación completa.
-Brasileña: importada de las playas de la potencia sudamericana, se trata de un triángulo ubicado sobre el monte de Venus. El resto del vello se depila completamente.
-Mohicano: lo mismo que el anterior, pero en vez de un triángulo se deja una rayita tipo punk.
-Rebaje largo: depilación tradicional en la que se eliminan los pelitos que quedan fuera del calzón, pasando por la entrepierna.
-Rebaje corto: Lo mismo que la anterior, pero sólo al frente.
De la conversación con las muchachas se desprende que hay un vínculo interesante entre la depiladora y la cliente, como si se tratara de una especie de confesora. “Es un espacio de intimidad. Cuando te atiendes siempre con la misma persona no sólo es porque lo hace bien o es cuidadosa, si no porque igual expones una parte del cuerpo que no se le muestra a cualquiera. Además siempre te hablan de hablan de la pareja, de cómo le gusta la depilación al pololo y cosas así”, explica una de las chicas.
Un par de salones más allá, en el Local 17, Carola cuenta que el negocio es estacional, con un boom de octubre a marzo. “El resto del tiempo sólo las mujeres con pareja se depilan todo el año. Y de hecho no todas. Hay algunas a las que no les nace depilarse. Lo hacen porque se los pide el pololo o porque están aburridas”, concluye.
La Nación.